Para
ser realistas mi plan de saltar el hoyo no fue una de mis mejores
ideas, lo reconozco, pero tampoco tenía muchas opciones con un
señorito que se proponía ¿matarme?¿descuartizarme?¿destrozarme?,
aún lo estoy decidiendo pero por ese camino. En definitiva salté.
Algo realmente estúpido ya que como mucho logré cubrir la mitad del
diámetro, por lo que caí. Como un peso muerto me vi arrastrada
hacia las profundidades de un futuro bastante oscuro. ¿Sabéis eso
que dicen que antes de morir rememoras a cámara rápida todo lo que
has vivido? Pues es mentira o puede que sea el bicho raro del mundo
porque lo único que puede ver fue el cielo azul claro despejado de
cualquier nube, una última vista hermosa. Exhalando un último
suspiro cerré los ojos y aguardé a que viniera lo que me esperaba
después de una caída de unos ¿cincuenta metros?
Pero
el destino tenía un humor demasiado negro o más bien una persona
que su nombre empezaba por Se y acababa en an. Juro que
cuando tenga la primera oportunidad de rebanarle el cuello lo haría
sin pestañear siquiera. El motivo de mi indignación es que a unos
cinco metro de profundidad del hoyo había una red de cuerdas, con
unas oberturas anchas pero no lo suficientes como para que yo me
escurriera entre ellas y él lo sabía perfectamente.
-Lástima
ibas muy bien, aún te sobraban unos quince minutos -me gritó desde
el bordé del hoyo.
¿Era
en serio? Encima se cachondeaba de mi, ahora mismo acababa de
ascender al segundo puesto de personas que tenía pendientes matar.
Aferrándome con fuerza a las cuerdas para controlar la rabia tuve
que hacer ese estúpido ejercicio de respiraciones que me enseñó
Jota para no empezar a gritar y blasfemar en contra de Sean, odiaba
que jugaran conmigo y él no sería la excepción de oro.
Aproximadamente unos dos minutos después una cuerda se deslizó en
mi lado izquierdo, por lo que tuve que rodar sobre la red si quería
acercarme a la cuerda sin caerme. Cuando estuve apunto de llegar al
borde una mano se extendió para ayudarme a subir, supongo que le
tenía que conceder el ayudarme por lo menos, pero eso no lo borraría
de mi lista y mucho menos lo bajaría del ranking. No obstante, mi
caballero no era Sean. Era un chico un poco más alto que yo,
tonificado y de anchos hombros, con la misma ropa negra que parecía
pirrarles a todos en aquel lugar. Alrededor del metro ochenta, rubio
y pelo alborotado, ojos marrones, con una sonrisa que haría que se
te derritieran las piernas y sobre todo con el hoyuelo que se le
formaba en el lado derecho de la mejilla. No sé quién era pero
mientras se mantuviera callado y sonriente me encantaba. Pena que
había una tercera persona ahí que tenía que interrumpir el
momento.
-Bueno
Nina has demostrado mucho...¿entusiasmo? Al realizar esta prueba, y
al parecer no tenías que volver a hacer el mismo recorrido, error
mío -al pronunciar esas dos últimas palabras noté un tono
sarcástico que no intentó disimular, como lo odiaba.- La buena
noticia es que has pasado la primera prueba por lo que puedes empezar
a entrenar con los demás, si continuas con ese entusiasmo seguro que
alcanzas a los demás enseguida.
Intentó
darme unas palmaditas inocentes como si nada pero posiblemente mi
mirada de perra rabiosa le detuvo a medio camino por lo que dirigió
su atención al chico rubio, por lo que acabé totalmente ignorada
por los dos. No sé si prefería que me prestaran atención y me
quisieran matar o que pasaran olímpicamente de mi. Por lo menos
averigüé que él rubiales se llamaba Ashton. Era un iniciado igual
que yo, que también se graduaba este año. A parte de eso lo demás
que llegué a comprender era que todo estaba listo para la expedición
de esta noche y que se habían confirmado híbridos voladores en la
zona restringida. Para explicarlo de la manera más sencilla los
híbridos son animales del bosque del este, los llamamos así porque
los animales se pueden cruzar con diferentes especies por lo que se
pueden encontrar híbridos de cualquier tipo. Lo que no entendía era
por qué le interesaban los híbridos que podían volar, la
expedición que habían mencionado y qué era eso de la zona
restringida. Supongo que mientras no estuviera envuelta en todo ese
lio me iría bien, no me apetecía adentrarme en el bosque del este,
allí no pasa nada bueno y lo digo por experiencia. De repente los
dos que iban encabezando el camino hacia la zona de entrenamiento se
detuvieron y Sean se dirigió hacia mi.
-
No sé si te lo han comentado pero todo iniciado tiene que haber
estado como mínimo unas cinco veces en el bosque del este y como tú
te acabas de incorporar tendrás que ir a todas las expediciones que
hagamos si quieres promocionar -me dedicó una deslumbrante sonrisa y
prosiguió junto con Ashton su marcha.
El
día de hoy ya no me podría ir peor o eso esperaba. Desgraciadamente
parecía que ese no era mi día porque justamente me uní al grupo de
entrenamiento cuando estaban en sesiones de lucha. Las normas eran
sencillas siempre el mismo número de combatientes en los bandos, por
lo que podía haber cinco grupos con tres personas luchando en cada
uno, y ganaba quien noqueaba a los oponentes. Aunque también estaba
el punto de matar a tu oponente ya que se podían usar armas, pero
eso se sancionaba con ir a todas las expediciones del curso por lo
que frenaba a la mitad de iniciados. Las sesiones se hacían en un
cubículo marcado con cinta roja, los que no participaban estaban
alrededor observando, si se pisaba o se salía de la cinta estabas
eliminado dejando a tu grupo en desventaja. Todos los iniciados
tienen que haber ganado por lo menos un combate sino están obligados
a combatir hasta que ganen. En resumidas cuentas este día apestaba,
sobre todo porque voy a tener que dejar que me pateen el culo más de
una vez.
Hubo
dos combates antes de que me llamaran al podio, de esos dos combates
los ganó la misma persona, Traton. Un chico de una fuerza bruta
impresionante parecía ser el favorito de esta promoción, y me tocó
combatir con él. En serio ese día parecía el día de “vamos a
intentar matar a Nina”. Solo podía rezar para que no me noqueara
como a los dos anteriores a mi, que los tuvieron que llevar a la
enfermería a ver si recuperaban la consciencia para acabar la sesión
de entrenamiento.
Los
dos primeros minutos iba bien, le esquivaba los golpes por los pelos
haciendo que el golpe solo fuera una rozadura, pero no me podía
pasar todo el día esquivando sería demasiado obvio así que tuve
que dejar que me golpeara. Por suerte Traton solo tenía fuerza
bruta, su rapidez y reflejos eran malísimos, por lo que podía
controlar los daños y las zonas donde me iba a golpear, aún así
los golpes seguían doliendo y no me quería imaginar lo que dolerían
si los recibiera tal como Traton quería. A los diez minutos Traton
se propuso darme una patada en las costillas, lo sabía porque
parecía que era el único lugar donde sabía patear, por lo que me
agaché pretendiendo que no me daba cuenta de su maniobra y
realizando una contra él que sabía que no llegaría a finalizarla.
Me golpeo con fuerza en todo el costado de la cabeza haciendo que me
deslizara por el suelo por la potencia del golpe. Eso aún no me
noqueo pero pretendí que sí, aunque no estaba muy lejos de perder
el sentido ya que se acercó a mi y empezó a darme patadas al
estómago. Hasta que por fin al instructor le dio la repentina idea
de que yo ya no podía luchar más. Me arrastraron fuera de la
cuadrícula e hicieron que oliera algo que casi me asfixiaba, por lo
que abrí los ojos y la boca de golpe, todo seguido empecé a toser y
a escupir sangre. Me dolía todo, así que pasaba de perder el
próximo combate, ya había tenido suficiente con la paliza que me
había propiciado Traton.
Mi
segundo combate no tardó mucho en llegar. Apenas podía sostenerme
en pie y mucho menos caminar sin hacer zig-zag y lo peor de todo era
que mi oponente, Jessica, había elegido luchar con cuchillos. Un día
de mierda, lo que había dicho desde el principio.